Ruta
de 11.5 Km.
Vemos
A Fonsagrada allá arriba, donde queda algo de nieve.
Tenemos
varias opciones de carreteras de montaña por los alrededores de A Fonsagrada,
por ejemplo hacia A Pontenova, hacia Navia de Suarna, hacia
Asturias……..Elegimos la primera, para así pasar por los bosques de Carballido, enorme
fraga, uno de los bosques autóctonos más extensos de Galicia, y declarado Lugar
de Interés Comunitario, con abundante y variada flora y fauna.
Paramos
en un mirador de la carretera para ver esta enorme fraga.
Seguimos
hasta Viladíaz, pequeña aldea, desde donde parten dos rutas de senderismo, y
………….. justo para de llover, y se ven algunos claros. Parece que mejora la
pinta, y …….¿nos aventuramos?......pues sí!.........¡a andar!.
Comenzamos
la ruta en la aldea de Vilardíaz, en el municipio lucense de A Fonsagrada, con
vistas a los montes que han recibido algo de nieve en los últimos días.
La
ruta está perfectamente señalizada como PR-G-139, ¡a ver cuánto dura!.
El
camino inicial es cómodo, y desciende en suavísima pendiente, con vistas al
bosque de Carballido.
En
media hora, llegamos a una bifurcación en la que confluyen el sendero de Gallor
con el de Pena Guímara (este tramo desde Vilardíaz es común para ambos).
Nosotros seguimos por el sendero de Pena Guímara, el más corto, que tal como
está el día, y tal como está mi cuerpo magullado, es la decisión más cabal. Por
tanto, nos desviamos del camino ancho por una estrecha senda que desciende
bruscamente por el bosque.
El
descenso pronunciado y zigzagueante no le sienta nada bien a mis doloridas
costillas. Cada paso que doy, cada soplo de respiración, van acompañados de sus
correspondientes molestias
Pasamos
al lado de un gran tejo.
Este
descenso nos conduce hasta la carretera, a orillas del río, por donde tenemos
que continuar unos 300 m, hasta desviarnos a la izquierda, de nuevo por el
bosque.
Los
montes están preciosos con los brezos en flor.
Por
otro zigzag en pronunciado descenso, entre castaños, adornado con prímulas y
otras florecillas, llegamos a orillas del río Veiga de Logares.
Entonces
comienza una alternancia de subidas y bajadas, siguiendo el curso del río, que
me resulta terrible. Mis pulmones no me dan suficiente oxígeno. Quizá debería
ir al médico.
El
río baja con mucha fuerza.
Pasamos
por algunos molinos abandonados y completamente en ruina
Después
pasamos al lado de una pared de roca, por donde se empieza a encajonar el río.
Para sortear este cañón, pronto ganamos altura, y lo pasamos por la parte superior,
viendo el río allá abajo.
Las
piedras húmedas y resbaladizas del suelo me daban pánico, me veía de nuevo de
bruces en el suelo.
Entre
castaños, algunos de ellos centenarios, algunos acebos, árboles de ribera…..y
multitud de plantas herbáceas con flores de diferentes tonalidades, continúa el
camino al lado del río.
El
río muestra toda su vitalidad en una serie (varias docenas) de pequeños saltos
encadenados, conocidos como Foces A Pinguela.
También
alguna cascada que cae sobre el río.
Siguiendo
la senda, llegamos a la aldea de Romeán, completamente abandonada, a orillas
del río, sin acceso por carretera. Lugares de otros tiempos…….
Aquí
nos separamos definitivamente del río por un camino que asciende al lado de
pastizales, donde se cría la excelente ternera de A Fonsagrada. ¡Qué
verrrrrrrrrde!
Así
llegamos a la aldea de San Martín de Robledo, con su iglesia abandonada.
Seguimos
por el bosque, bajando, subiendo……un verdadero rompepiernas.
Las
ouriceiras o corripas son numerosas en estos bosques, dada la abundancia de
castañas.
Llegamos
a las cuevas de Vilardíaz, excavadas por el agua en la roca caliza
Volvemos
de regreso a Vilardíaz, con barro hasta las orejas, justo cuando empieza a
diluviar de nuevo.
Menos
mal que las previsiones no se han cumplido, y nos hemos escapado de la lluvia
durante toda la caminata.
Después
todavía pudimos seguir disfrutando de esta gran masa arbórea que es el bosque
de Carballido, cruzándola en coche. Parece mentira que la fama se la llevan las
Fragas del Eume, ¡con la cantidad de bellísimas fragas que hay en los montes de
Lugo!
LEYENDAS
O
milagro do Cebreiro
Se
fija la historia en el siglo XIV, en una fría noche del 24 de diciembre en que
celebraba misa un monje.
Cuando
creía que nadie iba a estar presente en el sacrificio, vio entrar en la iglesia
a un vecino que, sorteando la nieve y otras inclemencias de un tiempo cruel,
ascendió con gran sacrificio hasta O Cebreiro para asistir a misa y comulgar.
El
ministro de Dios comenzó a desconfiar de que dicho sacrificio fuera en pos de
algo válido; se preguntaba si un trozo de pan y un poco de vino podrían
satisfacer a quien tanto había luchado para estar presente en su consagración.
Absorto
en sus pensamientos, llegó el momento de la Consagración y fue justo en ese
instante cuando el pan se convirtió en verdadera carne y el vino en auténtica
sangre de Jesucristo que, hirviendo, tiñó los corporales, los cuales quedaron
en el cáliz mientras la Sagrada Forma no pudo despegarse de la patena.
En
1486, los Reyes Católicos, en peregrinación a Compostela, conocen el milagro y
donan el relicario donde se han conservado las pruebas evidentes hasta nuestros
días.
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