jueves, 28 de agosto de 2014

LEON

ASCENSIÓN AL PICO CATOUTE

El Pico Catoute se encuentra en la Sierra de Gistredo, al noreste de la comarca leonesa del Bierzo. Desde Colinas del Campo su ascensión no presenta ninguna dificultad técnica, pero sí que es un recorrido bastante exigente físicamente pues tendremos que superar un desnivel de más de 1000 m. desde la salida hasta la cumbre, encontrando tramos de más del 30% de inclinación en los últimos metros de ascensión. En la cara sudeste presenta una importante caída vertical que en invierno puede ser muy peligrosa por la formación de cornisas de nieve inestables, siendo recomendable el uso de crampones y piolet. En otras estaciones o en ausencia de nieve la única dificultad que presenta es el desnivel a superar.

ACCESOS
Desde la autovía A-6 a su paso por la comarca leonesa del Bierzo tomamos la salida 361 si circulamos en dirección Madrid o la 360 si circulamos en dirección La Coruña para coger la carretera LE-461 hasta llegar a la localidad de Igüeña, donde tomaremos por último la CV-127-1 que nos lleva hasta Colinas del Campo. Aquí encontraremos un parking a la entrada del pueblo donde dejaremos el coche pues el tráfico por el casco urbano está prohibido para los no residentes.

RECORRIDO
La ruta de ascensión al Catoute está perfectamente señalizada mediante balizas con marcas blancas y amarillas (pequeño recorrido) bajo la denominación de ruta "PR-LE 45".
Nos adentramos en las calles de Colinas del Campo, localidad que ha sabido conservar la arquitectura típica berciana. Se dice de éste pueblo que se tarda más en nombrarlo que en recorrerlo pues su nombre completo es "Colinas del Campo de Martín Moro el Toledano".
Tras cruzar bajo el arco de la ermita nos encontramos con el puente sobre el río Boeza y nada más atravesarlo giramos a la derecha para tomar un camino donde comienza la ruta del Catoute y donde encontraremos además un cartel que la describe.
El camino transita en un primer tramo entre la espesa vegetación ribereña a la vereda del río Boeza, hasta que nos vamos alejando de él y caminamos ahora junto al río Susano. A medida que vamos avanzando y ganamos altura, el valle de Susano se abre y podemos observar las primeras cumbres de la Sierra de Gistredo aunque no el Catoute que todavía se halla oculto a nuestra vista.
Seguimos remontando el valle de Susano por un camino cómodo en contínua pero suave subida hasta que éste se va estrechando y desemboca en las Praderas de Susano. Justo antes de entrar en dichas praderas, abandonamos el camino para tomar un sendero que sale a nuestra izquierda y donde veremos un cartel que señaliza la subida al Catoute. Hasta éste punto llevaremos aproximadamente 1 hora y 15 minutos de camino.

A partir de aquí comienza la parte más dura del recorrido pues ya no dejaremos de subir un fuerte desnivel hasta la cumbre y todavía nos quedan unas 2 horas para alcanzarla.
Ahora el camino se convierte en senda que en un primer tramo transita entre una jara de gran altura que hace muy estrecho el camino. A medida que vamos ganando altura la espesa vegetación va clareando y aparece ante nosotros un circo que tendremos que remontar para alcanzar un primer collado. La subida a lo alto de éste circo requiere de un aceptable esfuerzo pues superaremos un buen desnivel por un duro sendero en zig-zag. En éste tramo cruzaremos la Fuente de los Gallones donde podemos hacer una parada para refrescarnos con su fría agua.
Una vez superado el circo, el sendero nos deja en un collado desde donde podemos ver claramente nuestro objetivo perfectamente señalizado con balizas e hitos de piedra. Tendremos que superar un primer tramo de pedreras muy incómodo de caminar hasta llegar a un rellano de la antecima donde comienza la ascensión al cono terminal del pico.

Superadas las incómodas pedreras, la senda nos sitúa en el rellano de la antecima donde solo nos queda remontar el último tramo hasta la cumbre. Es un tramo con un 30% de inclinación que sin nieve no ofrece mayor dificultad que el desnivel a superar, pero con nieve es aconsejable el uso de crampones y piolet. A escasos metros de alcanzar la cumbre no conviene acercarse mucho a nuestra derecha pues se pueden formar peligrosas cornisas de nieve y la caída hacia ese lado es vertical aunque no se aprecie en la siguiente foto. Total habremos empleado unas 3 h. y 15 min. en la ascensión sin contar las paradas.


EL PADRE DE LOS MONTES
VIAJE AL CATOUTE


La ruta que hoy proponemos no deja concesiones ni a las piernas ni a los objetivos: se trata de acudir directamente a uno de nuestros paisajes más emblemáticos, a un lugar casi mágico, a uno de esos epicentros de fuerza y vigor que de tanto en tanto brotan a lo largo de nuestra vieja y rugosa geografía y que ejercen un enorme poder de sugestión sobre nuestros ánimos: las cuevas de Valporquero, las foces del Curueño y el Torío, el Cares, el panteón real de San Isidoro, las Médulas, las brañas del Alto Sil¿ hitos que, por su impresionante belleza natural o por el recuerdo poderoso que lejanas gentes dejaron en ellos, son considerados símbolos señeros de nuestra región. Y también así ocurre con Colinas del Campo de Martín Moro Toledano, el monte Catoute y la campa de Santiago. El primero es el pueblo leonés con el nombre más largo, y también un ejemplo vivo y perfecto de lo que es la aldea montañesa, con todo su recuerdo de repoblaciones mozárabes, batallas medievales y posesiones templarias, costosos avances hacia el sur y modos de vida que se fueron haciendo centenarios con el incesante paso de las generaciones.

 El segundo es el techo del Bierzo (mide 2.111 metros) y es también la pilastra que sostiene los espinazos de Omaña, Ribas de Sil y Boeza, columna sobre la que pivotan y se sueldan los montes cantábricos con los de León junto a un mar de torres coronadas de blanco y vestidas de verde y dorado: Arcos de Agua, Tambarón, Rebeza. El tercero, el Campo de Santiago, es un amplio y verde anfiteatro natural, poblado con música de leyendas, donde cada 25 de julio se celebra una formidable fiesta a la que acuden vecinos de todas las comarcas limítrofes: es su punto natural de reunión y de celebración. A esta triple meta nos dirigimos, pues, en un recorrido que nos llevará prácticamente todo el día si queremos hacerlo completo, y que pondrá a prueba nuestra energía y empeño: si salimos a las ocho de la mañana de Colinas, no estaremos de regreso hasta bien entrada la tarde, si bien anotamos una ruta de menor longitud para llevarla a cabo en menos tiempo. Lo primero es tomar contacto con el pueblo, apreciar su arquitectura popular, siempre a base de losa y piedra sin escuadrar, madera en los corredores cerrados con tablado y en los dinteles, todo ello formando unidades individualizadas y cúbicas, autónomas, con la cuadra debajo y la vivienda y las tenadas o pajares arriba. Es la aldea típica de la región leonesa, apiñada y autosuficiente, y regida por el doble poder de la iglesia y el concejo. La despedida nos la dan los prados de siega, las sebes y los álamos, y las cruces de madera de tejo clavadas en las viviendas para ahuyentar a la meiga o al reñubeiru .

 Tomamos entonces el camino que discurre paralelo al arroyo de Susano, iniciando la ascensión al Catoute entre las nogales, los sabugos (saúcos), los xardones (acebos) y los castaños. La subida al monte tiene su recompensa en la excepcional vista que nos ofrece su firme cabezo desde lo alto, enseñoreándose sobre un océano de oteros, campas y biescas, hogar de corzos, raposos, lobos y urogallos. Traspasamos la cumbre por detrás del pico y llegamos a Las Lagunonas, dos pequeños lagos en la base del pico Rebeza, quizá el mejor lugar de la ruta para merendar. Es a partir de aquí cuando se puede iniciar el descenso por el mismo sitio o bien continuar el recorrido entero hasta el amplio valle glaciar del Campo de Santiago, con su recoleta ermita de Santiago Matamoros en medio, recuerdo de la ayuda guerrera y sobrenatural que libró la zona de los ataques de Almanzor. El descenso posterior se hace siguiendo el curso del río Boeza, que nace en esta llanura privilegiada en mitad de las montañas y que desciende por el valle de su mismo nombre de nuevo hasta Colinas del Campo, según su nombre abreviado. Y para reponer fuerzas después de tanto caminar, de tanto observar y sorprenderse, es recomendable hacer un alto en La Cantina para tomar contacto con los productos de la tierra, que bien merecido lo tiene el andariego.

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